La práctica de yoga, ayuda al niño a integrarse y
relacionarse mejor con el entorno; desarrolla su capacidad de comunicación, a
través de la tolerancia, el respeto y la colaboración. Al hacer ciertos
ejercicios y posturas con la ayuda del compañero o compañera, y al mismo tiempo
también él servir de ayuda al otro, le abre a un mundo nuevo de solidaridad y
servicio despertando dones desinteresados y un mayor respeto hacia los demás. Aprende a trabajar en equipo.
Le permite también
acercarse un poco más a sí mismo, conociéndose mejor y creciendo de manera
armónica y con mayor confianza y seguridad.
La práctica de yoga le
enseña a relajarse, a ser consciente de sí mismo y de su respiración, y de esta
manera va adquiriendo mejor dominio de su cuerpo y mayor responsabilidad de sus
actos al estar más presente.
Es una oportunidad más, fuera del
ambiente familiar, en la que los niños se sienten respetados, valorados y
escuchados, puesto que la práctica del yoga es sobre todo consciencia y es
mediante la misma que aprenden que tienen un lugar y una función en el mundo y
que poseen la capacidad para lograr realizar aquello que se propongan.
Pero el yoga para los niños es, principalmente, una
fuente de bienestar, alegría y disfrute pues el niño lo vive todo a través del
cuerpo, sin que intervengan tanto los procesos intelectuales como en el adulto,
y la práctica del hatha yoga mantiene esa conexión con su cuerpo sin perder la
flexibilidad innata en el niño y conseguir una excelente psicomotricidad. Todo esto propiciará un estado físico y
mental óptimo y positivo.
OM SHANTI, SHANTI, SHANTI
(Paz para todos los seres)